jueves, 30 de octubre de 2008

Eternidad, Infinito y Misterio


Quizás el presente artículo no esté directamente relacionado con el ambiente juvenil, pero como personas pensantes y maduras que aspiramos ser, resulta necesario reflexionar determinados aspectos de la formación o la "deformación" que se da en nosotros por el sólo hecho de vivir inmersos en una cultura.
Es sabido que la ciencia y la tecnología se han desarrollado de forma mayúscula en las últimas décadas, lo que no es tan sabido es la manera indirecta en que ésta influye en nuestra forma de ver la realidad y cómo, sin notarlo, se resiente nuestro espíritu. Si miramos el pasado y nos comparamos con otras civilizaciones y pensamientos, podemos llegar a sentirnos "adelantados", "avanzados" o "superiores". Mirar el cielo, observar una rosa o contemplar el mar ya no suscitan en nuestro interior la admiración que causaba siglos atrás, pues creemos tener un conocimiento profundo y acabado de las cosas. Los misterios que antes capturaban las mentes de los hombres, ya no nos capturan para nada, es decir, sabemos que la tierra es redonda, que fuera del cielo está el espacio, que después del mar hay otro continente y que las cosas están hechas de átomos; conocemos todos los órganos del hombre, los animales y las plantas; sabemos por qué llueve y que los relámpagos no son las voces de los dioses, etc. Pero es un error pensar que se acabaron los misterios; lo que conocemos hoy en día no llega a formar el 10% de las realidades existentes, y el maravilloso sentido de infinito que hay en nuestro interior siempre será motivo de admiración.

Para que entiendan mejor a qué nos referimos cuando decimos "sentido de infinito" pongamos un ejemplo. Hagamos una pregunta que se realizó en el S VII. a.C. y veamos cuánto avanzamos. En esa época Tales de Mileto se hizo la siguiente pregunta al contemplar la naturaleza: -'¿de qué están hechas todas las cosas?'. Reflexionando llegó a la conclusión de que todas las cosas estaban hechas de agua. Esta pregunta siguió girando en la mente de muchos hombres. Algunos pensaron que todas las cosas estaban hechas de fuego (Heráclito), otros de tierra (Jenófanes), otros de aire (Anaxímenes) y otros de los cuatro elementos juntos (Empédocles). Hoy nos parecerían descabelladas las afirmaciones de estos pensadores. Nosotros responderíamos con seguridad de "átomos"… Pero es la mediocridad de nuestras personas las que nos hace detenernos en esta sencilla respuesta, la verdadera actitud que deberíamos tomar sería volver a preguntar: ...-'y los átomos ¿de qué están hechos? ' Un estudiante de física diría: De protones, neutrones y electrones. Pero… Y los protones, neutrotes y electrones ¿de qué están hechos? De partículas sub-atómicas diría un profesor de química… ¿Y las partículas sub-atómicas? De "kuars", respondería un especialista en mecánica cuántica. ¿Y los kuars?... pues no se sabe bien, y si fuera X, volvería a preguntar ¿Y, X de qué está hecho? Posiblemente pensarán que esta forma de razonar es inválida, pero no es así, pues toda la ciencia avanza en base a preguntas, y lógicamente está sustentada bajo el principio de razón suficiente. Esto se podría aplicar también a la hora de preguntarnos ¿Por qué estamos acá?, ¿Por qué somos de la manera que somos y no de otra forma?, ¿Para qué vivimos?, ¿Cómo pasa todo lo que pasa? ...
Cuando meditamos sobre esta forma de estudiar un determinado objeto, descubrimos dos realidades. Una, es lo insondable del misterio, en parte incognoscible, que gira en torno a toda la naturaleza; y otra, es darnos cuenta la estructura infinita que subyace en nuestra forma de conocer, ¿no será acaso que aspiramos a un objeto infinito?...

Otra forma misteriosa de nuestros pensamientos la descubrimos cuando planificamos nuestra vida. Creo que es común en todos el tener metas ; lo curioso es la forma en que éstas quedan suspendidas fuera del tiempo en nuestras mentes. Por ejemplo cuando pensamos "cuando termine la escuela", "cuando termine la carrera", "cuando me ponga de novio", "cuando me case", "cuando tenga un hijo", etc. Es más, también imaginamos imperecederos aquellas importantes, aunque breves, acciones futuras… "cuando vaya a ese recital", "cuando juegue tal partido de fútbol", "cuando vaya a tal fiesta", "Cuando celebre mis 40 años", "Cuando rinda el final de matemáticas", etc. También resulta raro el grado de perfección que añoramos en nuestras metas, una perfección que nos haga sentir plenos, que nos llene…
En verdad es algo cotidiano pensar así, lo que no es cotidiano es darnos cuenta la verdadera eternidad que hay en la estructura de nuestros pensamientos a la hora de proyectar nuestro futuro. ¿Acaso no sabemos que eso pasará de la misma manera que pasan los demás momentos? ¿No nos damos cuenta que todo se termina rápidamente? ¿No es evidente que la vida se pasa y pocos se acordarán de nosotros en 100 años? ¿Por qué, sin notarlo, eternizamos nuestros ideales? ¿No será acaso que el objeto al que aspiramos es la eternidad?...

Nuestra intención no es otra que invitarte a redescubrir el sublime valor y la verdadera importancia que en nuestras vidas debe tener el Misterio… el misterio de lo cotidiano, el misterio del mundo, el misterio de la vida, el misterio de tu existencia y de mi existencia. Esperamos que pueda renacer en nosotros la actitud de admiración y contemplación de la naturaleza y de las personas, una actitud que cautiva nuestro espíritu y libera nuestra alma, una actitud de reverencia y veneración ante el Misterio. Todos tenemos la sana necesidad espiritual de levantarnos a la mañana, mirar el sol, mirar el cielo, darnos cuenta que existimos y poder decir "la pucha, que loco es todo esto".

"De lo que estamos seguros de conocer, es de lo poco que podemos conocer"

"Deleitarse en el misterio, es un valor de cual nos hemos olvidado"